lunes, 4 de enero de 2010

El lenguaje del cuerpo y sus síntomas


Cómo aprender a escuchar los mensajes del cuerpo, descifrar su significado, y accionar a favor de una mejor calidad de vida.
Por Alicia López Blanco

El ser humano es una unidad con múltiples aspectos entrelazados, ninguno de mayor importancia que otro, en esto entran los planos del cuerpo, de la mente, de los afectos (entre los que se encuentran las emociones), del espíritu, y de las relaciones del individuo consigo mismo, con los otros y con su entorno. Un desequilibrio en un plano afecta a todos los demás en mayor o menor medida. En este sentido, no podemos pensar en términos de causa y efecto sino de variables interrelacionadas con diferentes grados de compromiso. Si, por ejemplo, una persona se fractura una pierna, en primer lugar su cuerpo va a estar afectado, pero su plano emocional reaccionará acorde a las circunstancias, su mente se llenará de pensamientos relacionados con el problema (dependiendo siempre de cuál sea el estilo de pensamiento de cada cual), y sus acciones y relaciones se verán también influenciadas.

La salud holística es una experiencia personal, frecuente y relativamente estable de bienestar y coherencia en los planos del cuerpo, la mente, el espíritu, los vínculos, los sentimientos y las emociones. A esta percepción subjetiva de “sentirse bien”, no sólo en el aspecto físico, es necesario sumarle, siempre hablando de individuos adultos, que la persona sea capaz de: autoabastecerse en sus necesidades básicas de alimentación, abrigo y techo, de trabajar, de aprender, de relacionarse de manera eficaz con los otros, de tomar medidas de prevención y cuidado personal, y de poder resolver de manera asertiva los problemas cotidianos.
La salud holística integra lo que podríamos llamar un “conjunto de saludes”, si se me permite el neologismo, la salud del cuerpo, de la mente, de las emociones, del espíritu y de las relaciones. Todos estos aspectos se influyen recíprocamente en las experiencias personales de bienestar o malestar.
Desde este punto de vista, la enfermedad puede considerarse un desequilibrio que indica que, en algún aspecto, estamos alejados de nosotros mismos, hay algo que nos afecta y requiere de una toma de conciencia, y de algún tipo de cambio de nuestra parte. Propone un “darse cuenta” y una acción dirigida hacia la búsqueda del propio bienestar. Cada síntoma o enfermedad revela una realidad oculta y la expone, deja en evidencia algo que no queremos o no podemos reconocer.


En cada ser humano, todos sus aspectos tienden hacia la unidad, a la integración de sus partes en un todo armónico. Lo que un síntoma expresa en cualquiera de sus planos suele corresponderse con la misma situación en los otros. Tal vez podemos ver esto más claramente con un ejemplo: pongamos por caso un fuerte dolor de cintura en una persona que no padece una patología específica de su columna vertebral. En el plano del cuerpo el síntoma cuenta de una tensión de un músculo de la espalda baja, el cuadrado lumbar. Éste músculo constituye el más importante sostén de las vértebras lumbares, las cuales soportan la constante carga de la parte alta del cuerpo, el tronco, la cabeza y las extremidades superiores. Si esta carga se intensifica, el cuadrado lumbar se tensa para poder soportar el exceso y, si no puede con la carga, afloja de golpe y las vértebras lumbares quedan desprotegidas. Esto puede provocar un gran daño y dejar a la persona incapaz de moverse o caminar, requiriendo reposo y tratamiento médico. Lo mismo que está mostrando este músculo, la sobrecarga y el peligro de sucumbir ante el exceso es, probablemente, lo que le está pasando a la persona que lo padece. Es lo más habitual que si se le pregunta a alguien con este síntoma si se siente sobrecargado por alguna situación, diga que sí, que atraviesa por una problemática que siente como de difícil solución y le promueve un sentimiento de impotencia, si se le pregunta como cree que podrá soportar eso si se prolonga en el tiempo y no disminuye su intensidad, dice que no cree que pueda soportarlo. Las respuestas me han demostrado a lo largo de los años y en todos los casos, una coincidencia entre lo que expresa el cuerpo y lo que la persona relata de su situación en otro plano de su vida.

Desde el punto de vista holístico toda enfermedad indica un desequilibrio que afecta a la persona entera, un desencuentro entre pensamiento, sentimiento y acción, y está relacionada con la coherencia y congruencia de la persona en su propia vida, por esto, ante cualquier enfermedad uno puede revisar cuerpo, mente, emociones y relaciones para tratar de entender qué cosa es la que no está alineada e intentar modificarla.

En general hay una tendencia a poner afuera la causa de lo aquello que no nos gusta, a pensar que nos pasan cosas a pesar nuestro. La realidad es que en muchos aspectos es así aunque también es cierto que los seres humanos somos los máximos responsables de nuestra propia salud y bienestar, y que podemos tomar en nuestras manos la dirección de nuestra propia vida. Para ello, no dependemos de una autoridad externa, sólo nos basta con poner en acto nuestra autonomía. Tenemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, de desarrollar ideas propias, y de evaluar lo que nos conviene confiando en los valores que hemos elegido. Hacernos responsables implica elegir lo que es bueno para uno y eso no siempre coincide con el deseo.

El conocimiento da poder, si no sabemos no podemos hacer nada pero si tomamos conciencia podemos apelar a recursos personales, sociales y culturales para accionar en la búsqueda de nuestra salud y bienestar.

El cuerpo se expresa a través de un lenguaje sencillo de aprender, un “lenguaje niño”.

El registro consciente de los mensajes que el propio cuerpo emite, favorece y promueve el autoconocimiento. Ese conocimiento o saber acerca de sí mismo facilita procesos de cambio y sanación, y la sanación está asociada al cambio de aquello que nos hace mal, eligiendo lo que es bueno para nosotros en lo referido al cuerpo, a la mente y a las relaciones.
En esto hay cuestiones que sólo puede responder cada uno según los cambios personales que haya detectado como necesarios, y hay otros aspectos que son de conocimiento general. En estos últimos se inscriben algunas recomendaciones como la de realizar actividad física de manera regular; una alimentación conciente; un manejo asertivo del estrés; el no consumo de tabaco, alcohol y drogas; el uso gratificante del tiempo libre; el respeto del tiempo de descanso y sueño; los hábitos de higiene personal y ambiental; los chequeos médicos; el desarrollo de una relación gratificante con nosotros mismos, el medio ambiente y el entorno vincular; encontrarle sentido a aquello que hacemos; estar en contacto con valores que nos resulten trascendentes para nuestra vida; y tener un manejo responsable de nuestras emociones y sentimientos.

Antes de “gritar” desde una enfermedad, el cuerpo suele “susurrar” a través de síntomas menores tales como los trastornos funcionales o tensiones y contracturas musculares. Si aprendemos a escuchar estos síntomas y a entender su mensaje podremos accionar de manera preventiva antes de que un desequilibrio mayor se instale.

Lic. Alicia López Blanco
Psicóloga Clínica

Autora, entre otros, de los libros “El cuerpo tiene la palabra” Ed. Robin Book y “Por qué nos enfermamos” Editorial Paidós. Todos los libros de Alicia López Blanco pueden encontrarse en las mejores librerías del país. www.alicialopezblanco.com.ar alopezblanco@yahoo.com.ar

De Los Anteojos del Tata http://www.losanteojosdeltata.com.ar

Color y personalidad


Todo color puede ser leído como un símbolo y, como tal, trasmite matices psicológicos.

En Imagen Personal se aplica para comunicar aspectos de la personalidad y del estado de ánimo definiéndose como calidad de imagen.

A partir de la elección del color podemos detectar determinadas cualidades de la persona: Accesibilidad, grado de agresividad, seguridad o inseguridad, profesionalismo, pasividad o dinamismo, entre otras. Pero también formas específicas de encarar la vida y el accionar cotidiano.

Por ejemplo, elegir permanentemente el amarillo en la indumentaria y accesorios implica un pensamiento claro y vanguardista con tendencia a un accionar intercalado por pausas más o menos prolongadas. Expresa la capacidad de intuición como función que ilumina instantaneamente los orígenes y las tendencias de los acontecimientos. Simbólicamente se lo identifica con la luz del sol que se levanta en el alba para desaparecer a la caída de la tarde y volver, al día siguiente, tras la pausa nocturna. Dependiendo de su tonalidad, se lo percibe como calidez o un reclamo de atención.

La lectura del blanco y el negro , combinados entre si o solos, indica una personalidad signada por la necesidad de cambios profundos y una protesta contra la estructura social o familiar actual. Desde un punto de vista psicológico, el negro es el símbolo del inconsciente y el blanco de lo consciente. El negro simboliza el tiempo en oposición al blanco que representa la intemporalidad y el éxtasis. Al blanco, en su aspecto afirmativo, se lo suele relacionar con la luz solar, lo espiritual y el más allá. Por esto los caballos sagrados de algunos pueblos (griegos y romanos, germanos y celtas) eran blancos. En su aspecto negativo es lo muerto, la luna, la sombra (como el color negro). Ambos, blanco y negro, en el simbolismo tradicional grafican el juego de los opuestos por el que se explican los alternos y eternos cambios de vida y muerte, luz y oscuridad, positivo y negativo. En Oriente se expresa como Yang-Ying.

Así, ligados a su simbolismo y a su interpretación psicológica, el color pone en evidencia determinados códigos de conducta y rasgos de la personalidad que hay que tener en cuenta en el momento de asesorar o vestirse.


Foto: Pantone para la moda de la indumentaria Otoño-Invierno 2009/2010


Fast food para bajar de peso


Los llamados reemplazos de comida están demostrando ser una alternativa efectiva para quemar tejido graso

Daniel E. Arias
Para LA NACION


Tres investigaciones acaban de revalorizar los reemplazos de comida (RC) como armas de salud pública, un campo en el que nunca figuraron. Reforzados con suplementos proteicos permiten alcanzar ese Santo Grial de la dietética: bajar de peso, quemando sólo tejido adiposo, sin pérdidas debilitantes de masa muscular. Además, parecen más efectivos que las dietas restrictivas habituales para combatir el síndrome metabólico (un "combo" de obesidad abdominal, más hipertensión arterial, más colesterol, más alta glucemia).
Los RC existen desde hace casi dos décadas: son espesos batidos hipocalóricos basados en proteína de soja, libres de grasas animales, acompañados de mucha fibra de cadena larga, fortificados con vitaminas y minerales. Por ser de altísima ósmosis y tenor proteico, atrapan agua, se "estacionan" largamente en el estómago y así producen saciedad prolongada.
Reemplazan completamente una o dos de las cuatro comidas diarias y están aprobadas por las autoridades sanitarias de los Estados Unidos, 27 países de la Unión Europea y Japón. En la Argentina, son siete las marcas de venta libre autorizadas por la Agencia Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmata).
Los nutricionistas siempre las han mirado de reojo porque, aunque los RC son comida, se los percibe como una forma de automedicación y, además, porque en la profesión hoy adscriben masivamente a las dietas de baja artificialidad, como la llamada "neolítica" (frutas, verduras, carne).
"Lo de testear los RC en ensayos clínicos -dice la licenciada María Leticia Mazzei- es muy reciente, lo cual da una medida de la desconfianza inicial que suscitaron en nuestro gremio y también una medida de nuestro conservatismo."
Ex vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota), Mazzei destaca que los RC ya mostraron muchas fortalezas bien medidas, como la capacidad de producir descensos en el peso corporal sostenibles a cinco años, casi sin "rebotes".
"Los RC tienen menos de la mitad del valor calórico de un churrasco con ensalada, cero colesterol, pocas grasas [y todas vegetales y sanas], un precio muy bajo y el valor agregado de funcionar bien en la vida moderna -enumeró Mazzei-. Al mediodía, en la oficina, uno saca el sobrecito, pierde diez minutos en hacerse y tomarse el batido, y todavía tiene 50 minutos restantes de la hora del almuerzo para caminar. Y también la garantía de no volver a sentir hambre hasta media tarde. Por el contrario ¿quién es dueño hoy de dos o tres horas diarias para comprar, procesar y cocer verduras frescas y cereales?"
Así las cosas, en la vereda opuesta de las dietas naturistas, de la macrobiótica o de la ayurveda y del slow food, pero con la misma intención, los RC son fast food saludable: casi una contradicción en el término.
Alimentos del futuro
El actual presidente de Saota, el doctor Julio Montero, admite que los RC suplementados en proteínas son una opción interesante: empieza a verse un cambio de guardia. Pero entre la reticencia del grueso de la profesión, un público que ignora la existencia misma de los RC y el hecho de que lo cultural suele prevalecer por sobre la lógica en asuntos de comida, todo indica que es irreal prever un futuro a lo Flash Gordon, con gente comiendo de pomos y de potes, como el estilo astronauta. Eso era lo que prometían los futurólogos en los años 60...
Pero tal vez haya que reconsiderar aquella futurología, porque hoy es imposible pagar los costos emergentes de la pandemia de obesidad que castiga al mundo.
Como cazadores recolectores y luego como campesinos, llevamos más de 50.000 años gastando cantidades pavorosas de energía para recolectar, correr o cultivar nuestro almuerzo. Siempre hemos sido una especie con mayoría de flacos y desarrollamos un metabolismo experto en acumular grasa para capear las hambrunas.
Pero desde fines del siglo XIX, ese virtuosismo lipídico nos juega en contra: las máquinas, los fertilizantes y la agroindustria abarataron de modo imparable el acceso a la comida más energética para masas cada vez mayores y más sedentarias.
El resultado es un boom de complicaciones de la obesidad: síndrome metabólico, enfermedad coronaria, diabetes, diversos tipos de cáncer. Y un combate contra todo esto que viene siendo, en términos epidemiológicos, una historia de fracasos.
En la vida moderna, sólo cierto heroísmo personal les permite al porteño o al cordobés tipo el seguir la dieta de un campesino chino: verduras y granos con abundantes carbohidratos complejos, pocas grasas, algo de pescado y aves, carnes rojas muy de vez en cuando.
La receta es infalible lejos de esos supermercados repletos de comida deliberadamente atiborrada de grasas animales y azúcares adictivos. Las dietas de baja artificialidad, tanto menos atractivas, son metabólicamente sensatas, quién lo duda. El problema es sociológico: no tenemos una vida sensata.
Hipócrates, 400 años antes de nuestra era, dijo: "Deja que la comida sea tu medicina y la medicina tu comida...". Este es un raro momento de la historia de la especie: debido a su estrepitosa sobreoferta y pésima calidad, la comida se ha vuelto un riesgo. A la hora de decidir políticas alimentarias alternativas en una sociedad tan fabril y febril, quizás haya que resucitar aquella vetusta futurología de los 60 y rescatar la idea del fast food ultrasano de Flash Gordon.
Los precursores de esa ola son los RC combinados con mucha proteína, el doble de la de una dieta hipocalórica común. Y funcionan.


http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1217807 artículo original de La Nación, Argentina
Gentileza de Guillermo Surraco